

La soledad es mi sentencia,
mi divina providencia
la savia de mi alma,
en mil gotas se derrama,
y se despide de mi.
Adios, como juez enfurecido,
de mi se ha despedido,
y sin pausas, y con penas,
pierde sentidos mis venas,
los secretos que vendí.
Y en lo lejos una dama,
borra la huella dejada,
con cortesia, y penitencia,
me ha dejado su sentencia
y esa huella que perdi.

By PHER
4 Me han dicho...:
Si lo tienes Maria. Besos
Estupendos versos. Enhorabuena PHER. Saludos.
Qué bueno debe ser poder escribir así!
Hermoso...
Cariños
Elisa
Pher, buen poema. Me ha encantado. Saludos
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Bienvenidos y gracias
PHER
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